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1982.

 

La artista Latrini, presenta una visión entre realidad y ficción que sólo puede lograrse a través de un mundo subjetivo lleno de emoción. Imágenes que nos adentran en un fascinante mundo entre la belleza de los personajes y lo siniestro de sus condiciones. Como alude Eugenio Trías (Barcelona, 1942), en su ensayo Lo Bello y lo Siniestro: “Así una mujer cuya belleza estribe en ese punto sutil de unión entre lo inanimado y lo animado: una belleza marmórea y frígida, como si de una estatua se tratara, pese a tratarse de una mujer viviente; un cuadro que parece tener vida”. Ese es el mundo que nos ofrece la obra de esta artista, una belleza desbordante que nace desde las perturbaciones inquietantes de la propia humanidad. Un universo donde las figuras conviven entre mundos surrealistas plagados de verdades reconocibles. Adentrarse en la obra de Latrini es adentrase en una pintura narrativa que nace de la necesidad de expresión, ofreciendo al espectador un apasionante viaje donde sus protagonistas femeninas nacen de lo íntimo alcanzando una realidad desgarradora.

 

Ianire Sagasti

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